Cuba has lost one of its heroes, Eduardo Capote Rodriguez.
Before yesterday, Capote was a stranger. I had never heard of him. An e-mail, written by another former political prisoner, Angel De Fana, and forwarded to me by a fellow blogger, informed of his death.
And painted a portrait of a hero:
"During his years in prison, he was a good compañero, with a strong temperament. He taught reading and writing to the many compañeros who had arrived in prison as illiterates."Some may remember that in La Cabaña (prison), during one of the more repressive periods, in the 1970s, he lost fingers on his left hand thanks to a machete attack by a lieutenant, whose name I am certain is remembered by a former prisoner with a better memory than mine."
Capote described the attack in this interview:
Capote, who was 78, was a political prisoner of an earlier generation, the first to see through the lies of Fidel Castro, and to suffer for their dissent. His story, and those of the thousands of others who were imprisoned in the 1960s and 1970s, are critical to understanding the cruelties being inflicted on today's prisoners.
The most important point to understand, is that nothing has changed. The dictatorship saves its worst for those in the gulag because of their consciences. It has been that way since Jan. 1, 1959.
Capote, trained as a teacher, had fought with Castro in the Sierra Maestra but by the mid-1960s, he wanted nothing more to do with the dictator. A 1987 story in El Nuevo Herald — which I have posted below the fold — describes his unsuccessful attempts to emigrate to the United States. In 1966, he was arrested and accused of having ties to a failed hijacking in which a pilot had been killed. (The hijacker's brother was married to Capote's cousin. Capote said he didn't know the man.)
Capote was thrown into the gulag, where he remained until 1983 — two years longer than his 15-year sentence.
A 1982 resolution adopted by the Inter-American Commission on Human Rights, details Capote's hell-on-earth experience, courtesy of his former comandante:
Eduardo Capote Rodriguez was seized on April 11, 1966, and his trial was held on June 15 of that year. This trial lasted 24 hours, where it was requested that he be sent before the firing squad. But upon passing sentence, this death penalty was commuted to a 15-year sentence Case No 141, and he was transferred to the dungeons of San Severino Castle in the Province of Matanzas.Since that time he has been transferred to several prisons and suffered various tortures.
As of July 22, he was in Combinado del Este, and without justified cause was transferred together with a group of 114 people to the gloomy prison of Boniato, where he has been ever since. He can receive no visitors there, since the distance is great and transportation in Cuba is exceedingly bad.
The resolution also cites a September 1981 letter, written by the person who filed the original complaint against Cuba because of its treatment of Capote:
In this present document, I formally confirm the denunciation in every respect, and I want to point out the extraordinary fact that, after 15 serving consecutive years, the full sentence imposed on April 11, 1966 by Military Tribunal No 1 of Havana, the prisoner was not released on April 11 of this year, as he should have been. Without prior trial, he was notified orally by the penitentiary authorities that his sentence had been extended indefinitely. This is the practice usually followed for persons arrested as "intransigent" political prisoners, identified as those having the courage and public spirit to refuse to accept the plans for re-education imposed by the communist government of Cuba.Since October of last year, Eduardo and other political prisoners have been allowed only one visit from their relatives, and he, together with his other companions now incarcerated in the Puerto Boniato Prison in the Oriente Province, Cuba, are subjected to barbaric physical and mental mistreatment, harsh inspections, and savage beatings, to the extreme that they are left naked, without medical care, in walled cells where not a single ray of sun can penetrate.
The treatment received by political prisoners in the Puerto Boniato Prison has been so inhumane that they several times protested manfully by declaring a hunger strike, one of them lasting 33 days from October 31 to December 3 of last year. As may naturally be supposed, this is deadly dangerous to men who are undernourished and whose health is already broken by so many years of incarceration.
Eduardo suffers from serious and painful wounds on both hands, as a consequence of a criminal and cowardly attach on March 22, 1973 by the red militia, armed with fixed bayonets, when he was imprisoned in the colonial fortress of La Cabaña. This has disabled him for life.
After his release, Capote eventually settled in Miami, where, as the El Nuevo Herald story describes, he resumed the work he had done prior, and during his imprisonment, as a teacher.
He was, wrote De Fana, "a good man, a decent person and a patriot."
(You can read De Fana's e-mail below the fold.)
Hermanos:
Sabía que Eduardo Capote estaba grave, en el hospital.
Para quienes no lo conocieron, o no lo recuerdan:
Eduardo Capote es un maestro que cayó preso en la causa de Betancourt (la
del Padre Loredo).
No sé cuántos años exactamente estuvo preso, pero calculo que 18 años. Es
uno de los recondenados, o sea, que cumplió la condena y lo recondenaron.
Salió de la Prisión de Boniato (de las celdas de Boniatico), en la misma
época que yo (mediados de 1983), cuando comenzaron a liberar a los
recondenados después de la huelga de hambre de fines de año de 1982.
Durante todos sus años en prisión fue un buen compañero, con una posición
firme y enseñando a leer y escribir a muchos compañeros que llegaron a la
prisión analfabetos.
Algunos recordarán que en La Cabaña, en una de las etapas más represivas,
allá por los años 70, perdió dedos de su mano izquierda debido a un
machetazo que le lanzó un teniente esbirro, que con toda seguridad uno de
los miembros de la Peña que tiene mejor memoria que yo, se acordará del
nombre.
Capote, y una de sus hermanas, viajó conmigo a Venezuela.
En Miami trabajó nuevamente muchos años como maestro. En los últimos
tiempos ya apenas veía.
Un hombre bueno, una persona decente y un patriota.
Lo extrañaremos.
Un abrazo para todos,
Angel De Fana
LOS SOBREVIVIENTES CARCELES DE CASTRO DEJARON SU HUELLA
El Nuevo Herald, April 27, 1987
Bajo el cielo triste, la lluvia se filtra y gotea a traves de la copa del gran arbol que se levanta en el patio de la Escuela Primaria de Coral Way. Pero la lluvia no puede enfriar el entusiasmo de Eduardo Capote. Se siente feliz de ver llover, de mirar el arbol.
Cuatro anos atras, vivia en una minuscula, sombria y maloliente celda del sistema carcelario castrista para disidentes politicos. Sus manos, surcadas de cicatrices, mutiladas, heridas por el machete de un carcelero, no se notan hasta que el las muestra. En la izquierda hay una red de cicatrices; a la derecha, le falta un dedo.
En esta escuela donde trabaja como monitor de salon, Capote, con sus 56 anos y su aspecto paternal, es un personaje popular entre los ninos que salen en bandadas de las aulas. Lo saludan a gritos. Le halan la ropa para llamarle la atencion. A todas luces, no es la clase de hombre que pueda decirle que no a un nino.
Cada dia que vive lejos del Combinado del Este o La Cabana, las prisiones cubanas donde paso 17 anos, es una fiesta para Eduardo Capote.
"Me siento tan feliz de simplemente caminar por ahi, y ver los arboles, y el cielo y todo lo que no podia ver en la prision", dice.
Despues del trabajo, por las noches, sostiene frecuentes encuentros y reuniones con otros ex prisioneros de Castro. En las reuniones discuten las cartas que van a escribir, la correspondencia que sirve a su causa. Les escriben a los miembros del Congreso y a los grupos internacionales pro derechos humanos, como Amnistia Internacional; y reciben cartas que les traen noticias de los companeros que todavia siguen presos.
En esas reuniones, Capote se encuentra a menudo con su amigo Sergio Bravo. Bravo es un hombre negro, locuaz y energico, que trabaja como fisioterapeuta en Liberty City. Un poco por debajo de su rodilla izquierda, comienza la pierna ortopedica que le colocaron en lugar de la que uno de sus carceleros le volo a tiros. En aquella ocasion, tenia consigo una Biblia.
Basta mencionarle a Bravo el nombre de Capote para que haga un afectuoso gesto de asentimiento. "Mi buen amigo", dice.
Ambos se conocieron en una prision cubana donde Bravo, explica Capote, tuvo que padecer mucho, incluso mas de lo que padece un preso politico promedio, a causa de su raza.
Es dificil, agregan, explicarle a un extrano la fuerza de los vinculos que se forman entre los presos politicos. "La palabra amistad no es lo bastante fuerte", dicen.
Siendo solamente dos de los cientos de ex presos politicos liberados que actualmente viven en el sur de la Florida y en otras partes, Capote y Bravo estaban entre los 16 que expusieron sus historias de torturas, mutilaciones y maltratos en las carceles de Castro ante la Comision de Derechos Humanos de Naciones Unidas, en Ginebra. Estuvieron diez dias en pasillos, salas de reunion y recepciones diplomaticas contandoles a los delegados los abusos que sufrieron.
Solo en anos recientes el mundo fuera de la comunidad de exiliados del sur de la Florida ha empezado a prestar atencion a personas como Eduardo Capote y Sergio Bravo, hombres modestos que no se atribuyen nada especial.
Ahora viven sencillas vidas en el sur de la Florida, pero cuentan historias extraordinarias que han comenzado a ser escuchadas por personas importantes, una medida de avance que esperan mejore las condiciones de los disidentes todavia encarcelados en Cuba.
La familia de Capote --tiene un hermano, medico en West Palm Beach, y cuatro hermanas que trabajan como maestras en el sur de la Florida-- dice que cuando mas contento esta es cuando habla de Cuba. "No pueden entender por que estoy tan metido en eso, con los hombres de aqui que formaban parte de la vida en la prision.
"Yo digo que a lo mejor ustedes no lo entienden, pero nosotros si lo comprendemos".
Capote y su amigo Bravo podran haber salido de las prisiones de Cuba, pero aun tienen que escapar a sus efectos. Incluso anos despues de ser liberados, disfrutan la vida cotidiana que otros, mas afortunados, no aprecian. Eduardo Capote hace una pausa para contemplar la lluvia. Busca tiempo para estar con los ninos. Sergio Bravo esta contento leyendo su Biblia. Bravo dice: "No me hace falta mucho para vivir".
Uno siente que ya nada puede molestarles demasiado. Estos son hombres que han encontrado la paz en el acto de sobrevivir, y un proposito en contarle al resto del mundo como son las prisiones de Castro.
Estudian y trabajan. Incluso a los 56 anos, Capote aun espera obtener su certificado de maestro en este pais. A los 47, Bravo espera ayudar a abrir un centro de terapia en Liberty City. Ambos piensan que ahora lo importante no es hacer dinero, sino ser utiles al mundo.
En algunos sentidos, siguen siendo los mismos hombres de siempre. En otros sentidos, han cambiado enormemente.
En Cuba, Capote fue maestro de primaria tras terminar sus estudios en la Universidad de La Habana. Trabajaba en un pequeno colegio catolico que el gobierno intervino y cerro despues de la invasion de Bahia de Cochinos.
Durante un tiempo trato de emigrar a Estados Unidos, pero posteriormente fue arrestado y acusado de tener nexos con un hombre que habia tratado de desviar un avion. El asaltante habia matado al piloto y fue tiroteado por la policia. El hermano del asaltante estaba casado con una prima de Capote. El y el hombre muerto por la policia no se conocian, asegura Capote.
"En Cuba, uno esta con la revolucion o contra ella. No hay terminos medios".
Sus esfuerzos por emigrar fueron tomados en su contra, y lo sentenciaron a 15 anos. En prision, Capote se convirtio en plantado, los presos que se niegan a aceptar rehabilitacion alguna por parte del gobierno. Y aprendio que en un sitio asi, para sobrevivir, los presos tienen que preocuparse unos por otros.
El dia que un guardia lo ataco con un machete, Capote y otros plantados eran llevados para el comedor para darles su racion del mediodia. Capote no quiso alinearse.
Provocado, el guardia le lanzo un machetazo al cuello a Capote. Este levanto los brazos para esquivar el golpe y la hoja le hirio las manos, cortandole el dedo menique de la mano derecha y abriendole la carne hasta llegarle a los tendones en la izquierda.
Abandonado sin atencion medica durante varias horas, casi murio desangrado antes de que se decidieran a llevarlo al hospital para recibir atencion medica, y fue devuelto inmediatamente a su pequena celda. "No querian que la gente fuera de la prision supieran lo que habia ocurrido", observa.
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